En una noche de vacaciones, indagar por las carpetas olvidadas del ordenador da sus frutos. Y entre los archivos secretos de nuevo aparecen cosas que me hacen sonreír y que, aunque en su día sufrieran la censura por no parecerme aptas para hacerse públicas, hoy se me antojan perfectas, maravillosas y, sobre todo, irrepetibles. Y me alegran el rato aunque me pongan melancólica.
Sin más, ahí os dejo una pieza y en unos días, si me dura el subidón, os pongo otra.
Sin más, ahí os dejo una pieza y en unos días, si me dura el subidón, os pongo otra.