sábado, 28 de agosto de 2010

Mother nature's son

Born a poor young country boy... Mother Nature's son.
All day long I'm sitting singing songs for everyone.

Sit beside a mountain stream, see her waters rise
Listen to the pretty sound of music as she flies.

Find me in my field of grass, Mother Nature's son
Swaying daises sing a lazy song beneath the sun...

Mother Nature's son.

Paul McCartney



Nací un pobre muchacho de campo, hijo de la Madre Naturaleza.
Me paso el día sentado, cantando canciones para todo el mundo.

Siéntate junto al manantial de la montaña, mira su agua emerger.
Escucha el hermoso sonido de la música mientras vuela.

Me hallarás en mi prado, hijo de la Madre Naturaleza.
Margaritas que se bambolean cantan una canción perezosa debajo del sol...

Hijo de la Madre Naturaleza.
jueves, 26 de agosto de 2010

sin título

El calor me derrite las neuronas y no logro concentrarme. Busco un punto, algún rincón del suelo que guarde aun algo de fresco. Allá por la baldosa (3, A) atraco mi barco. Durante 15 minutos permanezco mirando fijamente el mismo párrafo del libro, así, en conjunto, mientras por mi cabeza pasan mil cosas, momentos, lugares diferentes. Luego levanto la vista y te veo ahí, convertido en un aparato con botones que la mayor parte del tiempo permanece inactivo. ¿En qué momento te transformaste en eso? No lo sé. Sólo sé que quiero que suenes, que se te encienda la luz, que vibres, que parpadees... y descolgarte y después consumir uno a uno todos los minutos de tu tarifa plana. Hasta que caiga la noche y al fin recuperes, gratuitamente y sin costes por gestiones, la forma humana.
miércoles, 25 de agosto de 2010

Mi pobre corazón en pelotas

Retiré la mano, con lo bien que estaba. Con lo bien que me sentaba aquella pose de quien jura solemnemente, del de la angina de pecho, del que dice por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa... Por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa me entraron ganas de decirle a la que tenía al otro lado del aparato.
Quité la mano y se me salió el corazón. Sangre salió mu mijina, pero yo, que estaba ya con el estado de ánimo regulero, me vine abajo como la antiespuma. Por alguna extraña razón, la gravedad de aquella isla astral no atrajo hacia sí mi órgano tetracavitario, casi diría que lo repudió, apenas si tocó el suelo cuando ya resbaló más allá de los límites de la estación de servicio y fue a parar al vacío. Pobre de mí, shockada, venida abajo, no pude ni estirar el brazo y lo único que lancé en su busca fue una mirada de pena.
Mi corazón se salió, resbaló, fue a parar al vacío, vacío que no estaba vacío, sino lleno de naves transitando el espacio, lleno de asteroides, de meteoros y meteoritos, de estrellas y de cometas, de lunas y quién sabe de qué tipo de seres celestes, tal vez de otros corazones volantes y, lo peor, de agujeros negros, arrugas en el tiempo... Mi corazón, perdido en el espacio-tiempo.
martes, 24 de agosto de 2010

Imprudencia

Aguantándome con una mano la herida, con la otra cogí el teléfono:
- ¿Digamelón?
- Melón.
- Uf, me mondo, disculpe las formas pero ¿puedo saber quién cojones me llama mientras viajo por el espacio interestelar?
- Querida Almendra, te acordarás de mí, soy M.J. Hidalgo, te di clases de matemáticas en cuarto de la eso.
- Lo recuerdo.
- Pues siento fastidiarte el tour, pero tienes que venir al instituto urgentemente. Hemos descubierto que en cuarto suspendiste un examen que dimos por aprobado... Lo cierto es que tienes un deprimente cuatro, la prueba está claramente suspensa, ¿me puedes decir qué no te quedó claro de la propiedad distributiva de la suma?
- ... errr... bueno... ¬¬ ¿Y para qué tengo que ir exactamente?
- Tienes que repetir el examen, de lo contrario, todo lo que has aprobado de entonces en adelante te será anulado.
- ¡¿Perdone?! ¿Y ni siquiera hay revisión?
-La revisión es el 24 de marzo de 2002 a las 11.00 a.m.... ¿estarás a tiempo?
- ...errr... ¿¿?¿¿??... ****... Veré qué puedo hacer... ¿Me repite la fecha? Tomo nota...

Un consejo, nunca toméis nota cuando tengáis en una mano el teléfono y con la otra os estéis aguantando una herida mortal de la muerte. Y si tuvierais que hacerlo, no hagáis como yo y, a poder ser, soltad el teléfono.

lunes, 23 de agosto de 2010

Herida

Cuando se cerró la puerta, no os voy a engañar, el cuento llegaba a su fin, así, sin más ni más. Explicaciones no sé daros, ¿qué podría decir? Sin embargo, cómo terminar si al abrir los ojos me encuentro con que sigo todavía metida en la p*** nave? La puerta que se cerraba, ahora se abría y la cinta mecánica que aterrizó en el suelo peludo de mi cuarto, descansaba sobre una superficie extraña que parecía tierra pero no era. Estábamos en una estación de servicio espacial para reponer combustible. Y son raras las cosas que a mí me pasan, no me extraña que pidáis explicacioones, pero es que no sé, qué culpa tengo yo de que en aquella perdida, remota y extraña gasolinera sideral, de pronto sonara un teléfono y el empleado, tras responder, dirigiéndose a mí, soltara:
- Disculpe, Almendra Pun?

Yo pude sentir el disparo, me llevé las manos al pecho, se me doblaron las piernas, como podía taponaba la herida, la vista se me nublaba...
- No es Pun (fallé), es Puck.
- Pues eso, Pun (me dio), es para usted.
- Mierda.
miércoles, 18 de agosto de 2010

Mi casa

Seguía al niño y al abuelo prematuro, pero no les hacía caso, iba yo en mi propia nube. De repente, entre el tumulto, unos ojos se encontraron con los míos... y me eran conocidos, pero ¿a quién correspondían? Me estrujé y me estrujé el cerebro y sus neuronas una a una, pero no hubo resultado. Al fin me di cuenta de que en aquel planeta me era imposible recordar las caras de las personas que conocía en el mío, ni siquiera las de mis amigos o mis padres. Sin embargo, yo sabía que esa mirada ya había estado en mi retina...
Todo el rollo de la amnesia interplanetaria me causó una profunda tristeza y me hizo sentir un enorme vacío que acabó en unas ganas terribles de volver a


y comprendí a Et.

Entonces, el abuelo joven y el niño piloto, que iban por delante mía, se detuvieron y justo allí estaba la nave. El niño me miró y me dijo: Zuba. El abuelo le tiró del brazo por robarle autoridad y, aclarándose la voz, él también me ordenó: Suba. Yo subí y el abuelo subió y el niño, que se quedaba en tierra y no podía aguantar sin decir la última palabra, añadió: Ya ez hora de que ze zambulla uzted en el maravillozo mundo del balance hidrozalino.
Y la puerta se cerró y justo antes, me crucé otra vez con los ojos (des)conocidos y al fin supe de quién eran y quise bajarme y quedarme a vivir en aquel planeta, pero ya era tarde...
lunes, 16 de agosto de 2010

Lejos

Aterrizamos en un planeta a años luz de nuestra galaxia, la nave viajaba rapidísimo, así que sólo tardamos veinte minutos. El planeta resultó estar lleno de puestos de hippies que vendían bolsos de cuero y pendientes de plata al peso y hacían tatuajes y agujeros en los pezones, entre otras localizaciones, por un módico precio. Me acerqué a uno y me alegré al escuchar la voz de Chico Ocaña, vocalista de los Mártires del Compás, más cascada que de costumbre al provenir de una cinta grabada de la radio puesta en un radiocasette a pilas. Cantaba aquello de dicen que un árbol no es un bosque, ni una casa es una calle, ni un amor es el amor... pero tú eres el árbol de mi bosque, la casa de mi calle y el amor de mi corazón...
Estaba yo disfrutando tanto con el paseo por el mercadillo y con la música de los mártires, que me sobresalté cuando el piloto diminuto que me había traído hasta tan remoto lugar me tiró de la falda para captar mi atención. Miré hacia abajo y al instante miré hacia arriba, pues el niño venía de la mano de un hombre muy alto. Ezte zeñor ez mi abuelo. Ze ha enfadado por haberme llevado la nave. Me resultó un poco raro que aquel apuesto galán fuera su abuelo, pues debía de tener mi edad, así que, aunque me fastidió enormemente que me estropeara el momento, decidí seguirles.

La nave

Me disponía a zambullirme en el apasionante mundo del balance hidrosalino cuando de repente escuché un extraño ruido proveniente del otro lado de la ventana. Descorrí la cortina y cuál fue mi sorpresa al descubrir una flamante nave espacial flotando en un aire con olor a tierra mojada y que parecía estar esperándome a mí (¡a mí!) que me disponía a zambullirme en el apasionante mundo del balance hidrosalino, como creo haber comentado.
Una puerta automática se abrió hacia arriba y una cinta mecánica se deslizó hasta posarse en el suelo peludo de mi cuarto. Entonces, la voz de un piloto diminuto que debía ser un niño de no más de cinco años con un extraño acento, me dijo: Zuba, por favor. Yo, que no daba crédito, le pregunté: Estás de vacaciones con tu familia en el pueblo o algo parecido? Y el me respondió: Ya habrá tiempo para preguntaz, ahora zuba zi no va a zambullirze de una vez en el apazionante mundo del balanze hidrozalino.
Y como yo no quería hacer más preguntas, me aguanté lo de pero cómo sabes tú que...? Así que simplemente, cogí mi bolso y subí.
martes, 10 de agosto de 2010
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