sábado, 22 de agosto de 2015

El proyecto de habichuela que algún día me comeré a besos

(Versión extendida) 

Estoy aquí sentada en el salón de casa pensando en cómo serás. Pensando que no te conozco. Dentro de poco estarás aquí, tu presencia inundará este espacio y se quedará para siempre. Y ya parecerá que no hubo un tiempo en el que no estuvieras. Crecerás y te costará imaginar que algún día existió un antes que tú en el que yo era yo sin ti y tenía un novio al que no conseguía llamar marido, que también era un él sin ti y juntos éramos una pareja de amigos amantes que paseaban de la mano y se reían y salían con sus amigos en una pandilla en la que los únicos niños eran ellos.











Tengo 29 años. Siempre quise ser madre antes de los 30. No puedo decir que hasta ahora mis sueños no se hayan cumplido. Sólo falta que nazcas tú y los propósitos de la primera treinena de mi vida se verán satisfechos. Aun así, no era algo planeado... simplemente las cosas me han ido saliendo (eso sí, yo he puesto mucho de mi parte, eh!).
Hace apenas tres meses terminaba una etapa. De hecho, todavía no soy consciente. Aun parece que estoy en una especie de paréntesis y que cuando llegue septiembre empezará un nuevo curso y volveré con mi maleta a Sevilla, a mi casa, mi otra casa, con mi cuarto, mi cocina, mi salón... Y volverán las tardes con las amigas sevillanas, de guitarra y canciones, de tomar unas cervezas, repasar zapaterías y descubrir lugares nuevos. De vivir dos días juntos y tres separados y tener independencia y espacio y echar de menos con necesidad y querer estar contigo y estar sin ti y reír y llorar en aquel salón, sentada en el suelo con el delantal puesto y el paño de cocina para limpiar el polvo y pelusa por aquí, pelusa por allá, que venga mi madre pero que no se quede mucho tiempo... Esa vida, tan cercana todavía, que aun estábamos allí cuando plantamos tu semilla que está apenas germinando, que no tienes aun ¡ni nombre!, pobrecita, mi niña, que estás ahí dentro replegada guardadita en mi barriga, sintiendo lo que yo siento y conmigo a donde yo vaya.


Veinte semanas de existencia virtual (por decirlo de alguna manera) y no sabes en las que ya te ha metido tu madre... Ya has estado en la cueva más grande de Andalucía, has bajado a 300 metros bajo la tierra y has subido de nuevo para ver el sol ponerse detrás de montañas de fuego (tu primera travesura, nadie sabíamos que estabas ahí). Montañas de fuego, por cierto, aquellas del Timanfaya, donde también viniste conmigo; te has montado en avión, dicho sea de paso. Has hecho un curso de emergencias y has librado toda suerte de megacodes cargando con camillas y monitores. Has hecho barranquismo y has experimentado el subidón de adrenalina que le sigue a saltos de vértigo (esa travesura fue mía, si se enteran de que vienes dentro, nuestros amigos no nos dejan ir). Te has comido ocho guardias al mes con marrón importante incluido, que esperemos no revivir más. Mañana estamos otra vez con el mismo equipo... y te prometo que hasta que salgas ya no más 112...

 
Hemos hecho todas esas cosas con la libertad del ser yo sin ti pero contigo y  me sigue siendo un misterio cuánto cambiará mi vida dentro de unos meses, cuando estés aquí, de cuerpo presente, haciendo ruido y reclamando atenciones. Cómo cambiará este piso, recientemente amueblado a nuestro gusto según los caprichos que desde hace años soñábamos con satisfacer el día que tuviésemos nuestra casa propia y donde, hasta ahora, los principales juguetes son la thermomix y la caja de herramientas (según quién se disponga a jugar).
Miro a mi alrededor y no estás. Nunca has estado. Y me pregunto cómo será tu cara y cómo serán tus ojos, tus manos, tu pelo. Y si serás buenísima o solamente buena.  Nerviosa o tranquila. Traviesa, alocada, pillina... Porfa, que cantes bien!! Y haremos duetos y coros. Cabezota y contestona, obediente, lista, guapa y elegante o piltrafilla (como yo....). Quién sabe. Ven rebosante de salud que el mes de enero en Fregenal puede llegar a ser muy frío. Nosotros intentaremos estar preparados y hacerlo lo mejor posible... Yo creo que lo haremos bien. Sí, claro que sí, lo haremos genial. Como serás tú: genial, única e irrepetible. Te esperamos.


lunes, 22 de junio de 2015

Bienvenue!!

Supongo que a estas alturas nadie nos habrá imaginado como princesas de peinados elaborados y vestidos pomposos. El mundo cambia, las princesas cambian, véanse: la princesa Mérida (Brave), la princesa Elsa (Frozen) o la ex-princesa, actual reina, Letizia (vida real). Las dos primeras, almas libres, sin príncipe al final del cuento. La tercera, divorciada y re-casada con un príncipe, vale, pero quién nos lo iba a decir?


Si me he aventurado a colgarnos el título ha sido... Bueno, porque la prota es quien es y ella siempre soñó con un príncipe azul. ¿Qué hay de malo? ¿Quién ha dicho que no existan? Pero si las princesas han cambiado... Los príncipes no iban a ser menos. Ya no vienen a caballo, pueden aparecer andando, en moto en coche... Me pregunto cómo vino éste... Pudo venir aterrizando! Todo es posible, ya lo dije.
La que está por aterrizar es Charada. Con cinturón de seguridad anclada a una nube cardioforme, sobrevuela planetas y asteroides, con irresistible atracción por la luna y una sonrisa propanolólica iluminando su carita angelical.
No me lo podía creer. Allí estábamos, dando un pequeño paseo en una de sus visitas fugaces a la ciudad de torres moras y bla bla bla, y más ancha que pancha la Princesa me suelta (emanando corazones por cada poro de su piel) que hay un candidato al trono con bastantes posibilidades y que (empieza a levitar como un globo de feria con forma de corazón, la bajo, me la ato de un pelo a la muñeca y la dejo que siga hablando) que qué contenta está y que abanibí aboebé (empiezo a pensar que se ha fumado algo) abanibí quiere decir te quiero amor. ¿¿¿¿¿¿¿¿¿?????????
Quise llamar a ese tipo y decirle, eh, quién eres tú y qué has hecho con mi amiga?! Pero claro... Luego recordé. ¡Era normal! ¡Ese estado de hiperglucemia emocional e hiperactividad simpática formaba parte de esa primera fase del enamoramiento! Y en Charada... podría convertirse en algo verdaderamente serio. Sin embargo, estaba feliz. Sus ojos irradiaban destellos de felicidad y hasta en su pelo (sí, su pelo!) se patentaban estos efectos luminosos.


Vale. Las otras princesas del cuento ya no aguantamos más. Bajo el chorro de aire acondicionado, persiguiendo a un lado y a otro la corriente de flama del ventilador, a golpe de abanico, te lo pedimos ¡Queremos conocer al príncipe! Además, con todo lo que le habrás contado sobre nosotras... ¡Él también debe estar ansioso por conocernos! Entonces... ¿a qué esperamos?


Esta historia queda recogida aquí porque me hace ilusión contarla. Porque tu felicidad, Princesa Charada, nos hace felices. Y porque siempre tendrás un papel protagonista en los cuentos del cuarto, que son los cuentos de nuestras vidas :)

PD: Estimado aspirante al trono... Bienvenue!!!
domingo, 21 de junio de 2015

Todo sucede por una razón

Parece que fue ayer cuando a lomos de un gusano con nombre de distinguido perro, nuestra querida amiga disfrutaba del increíble poder de flipar, enfundada en tutú rosa, dispuesta a salvar el mundo de las garras de una bruja. Una bruja, creía ella, que le había lanzado un maleficio y había convertido en sapos reinconvertibles a todos los hombres del mundo. Y sin embargo... parece que uno escapó del hechizo!¿Cómo? Y... ¡¿DÓNDE HABÍA ESTADO HASTA AHORA?! ¿En un castillo encantado? Puede que sí... pues esto es una historia de princesas Disney de carne y hueso pero con superpoderes paranormales, y en sus vidas puede pasar de todo, todo.

Un buen día de no hace mucho tiempo, despues de largas cavilaciones y conversaciones con familiares y amigos (recuerdo un paseo por los jardines de la Buhaira), la Princesa Charada tomó una decisión. Cogería su maleta y se pondría rumbo a la capital del reino, en busca de nuevas experiencias, de otros aires, quizá otros encuentros...
A estas alturas de la lectura, en su cabeza ya ha sonado una palabra: Cabrita! Bueno... no te enfades... no queríais que escribiera algo?
Dejando atrás la ciudad de torres moras, olor a azahar, calor sofocante... Diciendo adiós a sus tierras, a su papá y su mamá, que la cuidaban tanto... Alejándose de sus hermanos, sobrinas... y de sus maravillosas y apreciadísimas amigas, las otras princesas del cuento... Charada llegó a otras tierras, llegó a otra ciudad, más grande, moderna y ruidosa.


Arrastró su maleta hasta un pisito modesto y cuqui en el barrio de Malasaña. Al principio seguramente, se sintió una princesa pequeña y triste, allí nadie la conocía! Pero me da que eso duró poco. El viento por su ventana, le traía las tendencias nuevas, lo último de lo último en música, teatro, moda... Por las noches, le susurraba al oído palabras de otros idiomas y por la mañana, un aroma de extrañas culturas flotaba en el aire de la calle, empujándola a caminar contenta.
Y se enamoró. Se enamoró de Madrid. Y sus amigas, las otras princesas del cuento que se quedaron en la ciudad de las torres moras, olor a azahar y calor sofocante... se enfadaron mucho con ella. Pero eso sólo fue al principio. Después lo entiendieron todo. Charada era feliz como una perdiz. Era la misma, pero era otra. Más grande y moderna... ruidosa como siempre. Sí, te echamos mucho de menos.
Sin embargo, había algo que inquietaba a la Princesa. Y a sus amigas princesas. Y a la madre de la princesa: No había príncipe que conquistara a Charada.

CONTINUARÁ...


jueves, 18 de junio de 2015

Cinquin

Llego a ese punto de mis "vacaciones" en que no sé si me aburro porque no hago nada o no hago nada porque me aburro. Que sí, que tengo que ponerme las pilas, pero uff.
Tras una ducha de sensaciones con esos maravillosos productos de la tienda lush que el Buda tuvo a bien descubrirme una bonita mañana, sintiéndome aterradoramente suave e inmersa en olores a rosas y jazmín, meditar es mucho más fácil.
Pienso en todo aquello que les dije a mis pobres amigas hace unos días en un encuentro tranquilo en torno a batidos, tortitas y helado. Descargar con sinceridad brutal parte de la mierda que te pesa en el cerebro a veces es peligroso... Vi en sus caras y en sus risas nerviosas el miedo a que yo estuviera urdiendo algún plan de suicidio macabro. Tranquilas chicas, sigo pensando que la vida, con sus miserias y todo, está llena de maravillas mucho más valiosas que aquello que nos disgusta. Fue hermoso esa tarde desplegarnos cual Ángeles de Charlie para rescatar a esa pobre señora de lo que le hubiera costado un paseo en ambulancia y quién sabe cuántas horas de espera en urgencias y puebas innecesarias. ABCD... qué bien quedó aquello de "Tiene pulso radial!". ¡Bravo! Fue divertido hacer de técnico una vez más. Aun así, me juego lo que queráis a que al final lo que tenía era una cistitis aguda.
Pienso, pienso, pienso muchas cosas... pero me muevo poco. A veces me asalta el pensamiento de si no me convertiré yo en uno de esos cetáceos que no pueden moverse de tanto tiempo como llevan ya acomodados en el sofá y que impregnan el aire de la salita de un olor tóxico y rancio a restos de células muertas incrustadas entre pliegues inaccesibles para una esponja normal del mercadona y una mano que frote que no será del propio cuerpo, si no de otra persona a quien no le quedará más remedio que desempeñar la tarea de higienizar dicha mole y que lo hará como le venga en gana porque aaah, no haberte puesto tan gorda, macho. La verdad, tampoco paso tanto tiempo tirada, ni forman parte de mi dieta un exceso de grasas trans de esas que han dicho por la tele que no están prohibidas pero que en España tampoco es que las consumamos tanto, pero que cuidado, porque aumentan el riesgo cardiovascular, o lo que es lo mismo, que te de un jama al corazón o al celebro.
Y bueno, por pensar, pienso en el final de la quinta temporada de Juego de Tronos, pienso en qué comeré hoy, pienso en el futuro... pero de todo eso hablaré otro día, porque habrá que hablar mucho y todos querrán saber, sí, estoy segura. Pero cada cosa a su tiempo.
Y pienso en el fondo marino, sí, siempre quise ser un cachalote... Pero nadando pesado, sereno y feliz en las profundidades azul oscuras de aguas de terciopelo.
jueves, 11 de junio de 2015

Ñam ñam

En esta vida hay placeres, para que voy a enumerar, a todos se nos vienen a la mente pequeños goces cotidianos que le dan sentido a nuestro día a día. Pero hoy, hoy he tenido la suerte de disfrutar de uno de esos que no se dan a diario, por unas cosas y otras y por salud más que nada, que no se puede una zampar con frecuencia un buen plato de garbanzos con tos sus avíos, que madre mía la que lo ha hecho, la mía, qué manos tiene que tener para hacer semejante delicia culinaria que está para rechupetearse los hocicos, los dedos y lamer el plato y no dejar gota, porque eso está que no es normal de bueno, de rico, de completo, que no le puedo poner más adjetivos maravillosos. Me río del master chef y de sus cagarrutas comegambas, que se dejen de pamplinas y le pongan ya al Pepe unos garbanzos cocidos como está mandao. Y a estas horas todavía me estoy acordando de los garbanzos de esta mañana no os voy a decir por qué, porque eso tampoco hace falta.
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