¡Qué ilusión, esta noche, la de los niños, Platero! No era posible acostarlos. Al fin, el sueño los fue rindiendo: a uno en una butaca; a otro en el suelo, al arrimo de la chimenea; a Blanca en una silla baja; a Pepe en el poyo de la ventana, la cabeza sobre los clavos de la puerta, no fueran a pasar los Reyes... Y ahora, en el fondo de esta afuera de la vida, se siente como un gran corazón pleno y sano, el sueño de todos, vivo y mágico.
Antes de la cena, subí con todos. ¡Qué alboroto por la escalera, tan medrosa para ellos otras noches! -A mí no me da miedo de la montera, Pepe; ¿y a tí?, decía Blanca cogida muy fuerte de mi mano-. Y pusimos en el balcón entre las cidras los zapatos de todos. Ahora, Platero, vamos a vestirnos Montemayor, tita, María Teresa, Lolilla, Perico, tú y yo, con sábanas y colchas y sombreros antiguos. Y a las doce pasaremos ante la ventana de los niños en cortejo de disfraces y de luces, tocando almireces trompetas y el caracol que está en el último cuarto. Tú irás delante conmigo, que seré Gaspar y llevaré unas barbas blancas de estopa, y llevarás, como un delantal, la bandera de Colombia, que he traído de casa de mi tío, el cónsul... Los niños, despertados de pronto, con el sueño colgado aún, en jirones, de los ojos asombrados, se asomarán en camisa a los cristales, temblorosos y maravillados. Después, seguiremos en un sueño toda la madrugada, y mañana, cuando, ya tarde, los deslumbre el cielo azul por los postigos, subirán, a medio vestir, al balcón y serán dueños de todo el tesoro.
El año pasado nos reímos mucho ¡Ya verás cómo nos vamos a divertir esta noche. Platero, camellito mío!
Juan Ramón Jiménez.
Mi padre me daba a leer esta lectura de Platero y yo que todavía guardo en una carpeta con su perfecta caligrafía para principiantes. Me encantaba, sobre todo, imaginar a los niños subiendo por la escalera venciendo el miedo para dejar en el balcón sus zapatos entre las cidras y, luego, dormidos todos a la luz del fuego repartidos por la estancia mientras tenía lugar la magia de la noche de Reyes. Y la emoción de por la mañana... ah, el tesoro...
Un abrazo y... suerte para esta noche! :D
7 que dejaron huella:
hasta los 9 años no logre dormir en paz una noche de reyes...q tension, dios mio
dioxxx
que nervios
XD
Que bonito relato. Gracias por enseñarlo.
Aún cuando me enteré de la "historia" de los Reyes Magos yo seguía oyéndolos e imaginando cómo llegaban a casa y dejaban los regalos en el salón.
Creo q nunca dejaremos de ser niños.
Muakk
Yo siempre dejaba mis zapatos y al día siguiente estaban llenos de caramelos !! jijijiji ¡Qué pena y qué alivio descubrir la verdad! :P Aunque nunca dejaré de creer que mi primera bicicleta me la trajo Baltasar...
Conmigo se han portado bien!! Seguro que con vosotras también :)
Creo que a mi los Reyes me han traido conocer gente interesante como vosotros. Vete por Extremadura Perdura que te he dejado un comentario en tu entrada.
Un abrazo.
Bienvenido javate, ahora mismo voy corriendo al maravilloso rincón de Extremadura Perdura!
Por cierto, a mí los Reyes también me han hecho ese regalo, de hecho, descubrí vuestro blog tan solo uno o dos días después del 6 de enero. Qué suerte :)
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