Cansada de ver cómo Pedro y Mercedes mandan al pobre de Juan al reto otra puñetera vez, decido abandonar la sala. ¿Por qué narices tienen que saber tanto? Me caen bien, pero me repatean... A su lado el arquitecto queda como un perdedor día sí, día también, como si él no supiera y, por tanto, no mereciera ganar. Vale, si los otros saben más lo merecerán más... pero me repatea.
Abandono y antes de tiempo vuelvo a recluirme en esta cocina al otro lado del patio que he tomado como nueva ubicación para el estudio, lejos de la ventana de mi otro cuarto por donde mis vecinos se cuelan cuando les viene en gana jugando al sing star o tocando la trompeta.
Fuera el viento sopla fuerte y algo de él se cuela por la chimenea como queriendo decirme algo. Fuera, al otro lado del patio, Juan, espero, estará superando otro reto. Yo aquí, con mi wifi y mi braserito eléctrico, ajena al mundo exterior... voy a sumirme en mis libros.
Abandono y antes de tiempo vuelvo a recluirme en esta cocina al otro lado del patio que he tomado como nueva ubicación para el estudio, lejos de la ventana de mi otro cuarto por donde mis vecinos se cuelan cuando les viene en gana jugando al sing star o tocando la trompeta.
Fuera el viento sopla fuerte y algo de él se cuela por la chimenea como queriendo decirme algo. Fuera, al otro lado del patio, Juan, espero, estará superando otro reto. Yo aquí, con mi wifi y mi braserito eléctrico, ajena al mundo exterior... voy a sumirme en mis libros.