Queridos amigos, lectores, seguidores (lo de seguidores me suena muy fuerte, pero bueno), y bloggeros todos:
He de reconocer que últimamente no tengo muchas ganas de escribir en esto del blog. Y no será porque no tenga cosas que contar, pero no sé... estoy un poco apática. He estado reflexionando sobre mi última entrada y he llegado a la conclusión de que definitivamente, me pasé con lo de "feliz de la vida", que os hizo creer que yo había vuelto a la ciudad tocando el bongo y las castañuelas. Lo cierto es que, aunque me reafirmo plenamente en lo de lo acertado de mi elección y todo lo que ha venido detrás, estoy pasando unos días difíciles. Demasiadas cosas nuevas. Demasiado cambio para digerir sin que me produzca una diarrea intestinal y mental. Y a veces se me cruzan los cables y sólo pienso en volver con mi mamaíta que me hace comidas ricas y me miente diciéndome que soy la más guapa del mundo mientras yo, feliz, me recreo en su mentira. Con la de veces que allí me quejo y me dan ganas de largarme... y ahora lo último que me apetece es esta soledad vacía y no poder llorarle a nadie (por teléfono no tiene el mismo efecto).
Lo extraño es que, a pesar de mis cero ganas de estar sola, no me apetece salir, ni ir recomponiendo los pedacitos de mi vida sevillana como se merece, agravándose esto con el horrible calor que hace en la calle. Total, que me encierro en casa, pongo mi aire y no llamo a
naide y a la única que no doy un no por respuesta cuando me ofrece pasar un rato fuera de mi piso, es a la madre de Buda porque ya me he dado cuenta de que, como a la mía, no se le puede negar nada y en su gazpacho y su tortilla y en su zumo de naranja he encontrado consuelo y me he sentido contenta de que me acojan con tanto cariño en estos días rarunos y siempre, así que, como recompensa, la semana que viene pienso traerme mi guitarra y renovar el repertorio, que el próximo día que me inviten ya no puedo escaparme sin cantar algo. Ni que decir tiene que tampoco le diré que no a Buda cuando me invite a su piscina, que qué mejor terapia que ahogar en ella mis penas!
Joder, qué bien me ha venido desahogarme, se me olvidaba lo terapéutico del blog.
Un abrazo.