Me agobia el corteinglés porque no tiene ventanas y por el bofetón de aire caliente con olor a mezcla de perfumes empalagosos, pero sobretodo por lo de las ventanas porque no lo entiendo. Claro que eso pasa en todas las grandes superficies por el estilo, pero hablo del corteinglés porque debe ser la madre que los parió a todos.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
Me acuesto con gafas y
Suena el camión de la basura. La puerta del cuarto se cierra y tengo los pies fríos, la mitad del cuerpo fuera de la cama, la otra dentro y puesto el poncho con flecos que me hizo mi tía. Maleta por deshacer o maleta hecha. Recuerdos de un fin de semana en Madrid en una caja de bombones que poco a poco me iré comiendo. Mañana guardia. Mañana... zzzZZZ... guardia.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Bailar volando y volar bailando
Me gusta bailar cuando no me ve nadie. Improviso todo tipo de pasos. De la cocina al salón, del salón al cuarto, del cuarto al balcón, del balcón al baño. Descargar tensión y reír y saltar y bailar y bailar y al final salir volando.
jueves, 17 de noviembre de 2011
aldkjñalfjjf
Extrañar es una palabra extraña. Cuando se echa de menos a alguien, se dice que se extraña. Cuando un niño se corta porque no conoce a una persona, se dice que lo extraña. Son cosas diferentes. Yo te extraño de noche y te extraño de día. Y también es distinto. Extraño tu ausencia y extraño tu presencia. Y tampoco es lo mismo. Y me extraña. Me extraña lo extraño de extrañar y extrañarte despierta y de extrañarte dormida y extrañando extrañarme de extrañarte tanto. Y de repetir tanto la misma palabra, me está sonando extrañísima.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Naturaleza XX(L)
Yo no sé si este es un falo enamorado de la luna o no, lo que sí sé es que se puso bien cerca de los espejos del río. Algo corto para ser tan gordo... y duro como para emerger de una montaña rocosa. Lo que está claro es que el romero de los montes le besa la frente. Yo paseaba tranquilamente, vislumbré unas moras, quise trepar a cogerlas... y semejante miembro viril me acechó en plena luz del día y encontrándome yo con la escasa vestimenta de un bikini. Me sobrecogió, la verdad. Luego vi que no era yo lo que él buscaba, y ya con los pantalones puestos, me atreví a inmortalizarlo. Al final, me causó ternura, pobrecito, ahí siempre expuesto... y le di dos achuchones (no podía hacer mucho más...)
*(A cuento del post de Diego en su particular cueva)
*(A cuento del post de Diego en su particular cueva)
Capítulo x
En la oscuridad de la sala reina el silencio. Parece que todos han apagado sus móviles y con la entrada de la función aun en sus manos aguardan en su asiento a que empiece por fin. Que salga ya, que el público se va. Por fin se abre el telón. Detrás, el escenario; el decorado, mi cuarto; en el centro, mi cama; en la cama, yo. El despertador suena y suena, pero sigo dormida y me da igual, no lo oigo, que suene, que yo estoy frita, que se vayan todos, la gente se marea y el público se mea, que se vayan.
Al rato, una mano sale de la cama, es la mía, claro, porque estoy sola, si no estuviera sola a lo mejor no estaba jodida, digo durmiendo [...] Empieza otro día en el teatro de mi vida, porque esto no es otra cosa, un teatro sin guión en el que más vale saber improvisar y tener inquietudes porque si no te comen por los pies y te mueres del asco. Me levanto con sueño, sin ganas, joder, un poquito más, de verdad que quisiera levantarme cantando la novena sinfonía a cuatro voces, pero no me sale ni una tos seca.
Otra mano ahora, una gigante que no es mía ni tuya ni de nadie, con una goma Milan con un agujero en el centro hecho con un boli bic azul que casi la raja, sale del techo y empieza a borrar, borra las cortinas del telón que caían a los lados, borra el escenario con sus escaleras, borra al público y la lámpara gigante que colgaba del techo, dejándome sola en mi cuarto, como ahora, como todos los putos días normales y corrientes y molientes, de entresemana, laborables, y empiezo otro capítulo de la vida real. A lo largo del día se me va pasando la mala leche, me voy animando, recupero la voz y hago vida social. A veces, sin embargo, me gustaría que la mano gigante saliera de nuevo y borrara todavía un poco más del decorado, que borrara edificios, que borrara coches, semáforos, la tele con sus políticos y la basura que ponen todos los días; a veces me gustaría que nos borrara las ropas, que nos dejara desnudos en medio de un campo donde todos estuviésemos como nos trajeron al mundo pegando gruñidos como los que yo empiezo a emitir cuando ya salgo de casa por las mañanas. Y que borrara también, por favor, ya si no es mucho pedir, que borrara tanta puta falsedad, tanto protocolo, tanta represión y tanta mierda, para que pudiésemos hablar tranquilamente sin pensar si está bien o está mal o qué pensará la madre que me parió de la cosa más tonta del mundo.
Un día tuve este decorado. Ojalá se repita pronto.
Otra mano ahora, una gigante que no es mía ni tuya ni de nadie, con una goma Milan con un agujero en el centro hecho con un boli bic azul que casi la raja, sale del techo y empieza a borrar, borra las cortinas del telón que caían a los lados, borra el escenario con sus escaleras, borra al público y la lámpara gigante que colgaba del techo, dejándome sola en mi cuarto, como ahora, como todos los putos días normales y corrientes y molientes, de entresemana, laborables, y empiezo otro capítulo de la vida real. A lo largo del día se me va pasando la mala leche, me voy animando, recupero la voz y hago vida social. A veces, sin embargo, me gustaría que la mano gigante saliera de nuevo y borrara todavía un poco más del decorado, que borrara edificios, que borrara coches, semáforos, la tele con sus políticos y la basura que ponen todos los días; a veces me gustaría que nos borrara las ropas, que nos dejara desnudos en medio de un campo donde todos estuviésemos como nos trajeron al mundo pegando gruñidos como los que yo empiezo a emitir cuando ya salgo de casa por las mañanas. Y que borrara también, por favor, ya si no es mucho pedir, que borrara tanta puta falsedad, tanto protocolo, tanta represión y tanta mierda, para que pudiésemos hablar tranquilamente sin pensar si está bien o está mal o qué pensará la madre que me parió de la cosa más tonta del mundo.
Un día tuve este decorado. Ojalá se repita pronto.
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