martes, 12 de enero de 2016

A la espera

Ya falta muy poco... En unos días (o quizás esta noche!) por fin te tendré en mis brazos. Tengo tantas ganas! Pequeña Valle, quiero acunarte en mi pecho y sentir tu latido y darte calorcito y besar tu cara de ángel y acariciar tu piel delicada de bebé recién venido al mundo. Quiero llevarte conmigo y enseñarte todas las cosas buenas y bonitas sobre la tierra.
Me va a dar pena, lo reconozco, que abandones mi cuerpo después de estos meses yendo siempre juntas, contigo dentro de mí. Tú no lo recordarás nunca y, sin embargo, yo no podré olvidarlo jamás. Ha pasado ya un tiempo desde aquella mañana en que dos rayitas se tiñeron de rosa para anunciarnos que estabas ahí. Nunca pensé que todo iría tan bien... que lejos de sentir malestar, dolor o cansancio alguno, me encontraría más llena de energía que nunca y más feliz.
Imaginé que serías como aquella habichuela diminuta y en proceso que me encontré por la huerta una mañana de verano, mientras aun podía paserame en bikini sin que nadie se percatara de tu existencia. Poco a poco fui sintiendo que crecías y, entretanto, esa habichuela, en revuelto o en tortilla, llegaría a nuestra plato y ¡ñam!, ya no podía compararte con una simple judía. Ya sentía tus volteretas, tus patadas o codazos o vete a saber qué parte de tu cuerpo estabas estirando... cada vez más evidentes, como mi barriga, que a lo tonto fue engordando hasta lucirse como uno de esos bombos dignos de producir en todo aquel que lo contempla un auténtico exoftalmos e incluso descuelgue ocular con salida de las cuencas, boca abierta y mano al pecho. 
... Y hasta hoy, que te siento ya como una persona completa que la naturaleza me tiene confiada un poco más en ese saco que las mujeres llevamos por dentro, mucho mejor y más mágico que el del verdadero Papá Noel que vive en el Polo Norte.
Vas a ser una niña afortunada, el destino, la suerte, Dios... quién sabe qué... lo ha querido así. Tendrás el mejor padre del mundo. De mí no pensarás lo mismo... tal vez incluso, algún día te preguntes cómo una petarda como yo dio con un hombre tan bueno como él. Pero otras veces, estoy segura, también me adorarás... ¡seré tu madre! En cualquier caso, serás afortunada, créeme, merecerá la pena.
Ya nunca más, después de que nazcas, seremos los mismos. No sé si mejores, no sé si peores, si seremos más fuertes o más vulnerables, si serán muchas las crisis o las aventuras... De cualquier manera, habrá más alegrías, siempre hay más alegrías. 
Siembra amor, recoge amor. Ese es nuestro lema.
Ven pronto, pequeña Valle. Y que todo salga bien. 
Te prequiero, te quiero y te requiero. 
Pre - MAMÁ :)

1 que dejaron huella:

BudaDorado dijo...

Eres tremenda!!! Valle sin duda ha caido en una familia amorosa que se derrite por cada centimetro de su no-tan-pequeño-cuerpecito, y que ha despertado una ternura que todavia me tiene con el corazon rebosante.
Bienvenida a la blogosfera!

Fdo: Buda desde una guardia eskuendia

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