Y parece que fue ayer, como dice el Buda en una de sus últimas entradas nostálgicas como esta mía. Parece que fue ayer... Pues bien, ha pasado el tiempo y aunque nos sintamos los mismos e igual de jóvenes, ágiles y bellos, han pasado también muchas cosas. Sólo para mí, los últimos cuatro meses han supuesto un cambio importante. Cambio que se desencadenó con La Boda, ese día que Jorge y yo preparamos con tal ilusión durante meses que al final reventó en una explosión de alegría y buenrollo del que se contagiaron hasta los cerdos de la dehesa y bailaron al son hasta las hojas de las encinas y se deshuesaron de alegría las aceitunas de los olivos chorreando aceite de oliva virgen extra del gustito tan agustito, tan agustito, tan agustito tuhé... Cómo definirlo... para mí fue una boda orgásmica y el que no sintiera lo mismo no estuvo en la misma fiesta. O tal vez fuera sólo yo... con los sentimientos a flor de piel... Es cierto que el amor y la amistad hay que demostrarlos todos los días y no sólo en fiestas, en Navidad o esas cosas que dicen los tópicos o el papa... pero yo tengo que decir que ese fin de semana sentí que el amor por mi familia y amigos se elevaba a la enésima potencia... y por supuesto por el que se convirtió en mi marido, mi compañero fiel de camino desde hace ya tanto tiempo y gracias al cual esta vida terrenal a veces tan puñetera se me llena de risa desde que me levanto por la mañana. Fue algo extraño, no lo dudo... sobrenatural. No pensé, por nada del mundo, que eso de casarme fuera a hacerme experimentar tales sensaciones. Espero que haya quien me entienda si no... pues me quedaré incomprendida.
Pero hablar de esto me puede llevar renglones y renglones... así que os dejaré una poesía cutrecilla que escribí en aquellos días mientras respiraba aire empolvado de la sabana:
INSPIRACIÓN AFRICANA
Después de un día de safari
quiero llevarme a mi casa
un elefante y un topi,
un dikdik y una jirafa,
un león y un cocodrilo
y unas semillas de acacia.
Y si no me dejas tú
que te pique un marabú,
que yo me los llevo a todos
subida en un avestruz,
pues para cruzar el río
no pienso pillar un ñu.
Dos o tres gacelas Thomson
les llevaré a mis sobrinas
y para mi un babuino
que me ayude en la cocina.
A mi hermano un cormorán
que lo eche con las palomas
y a mi padre un malakita
que lo suelte por la huerta
y que anide en la casita.
Y para Isabel dos rinos,
uno macho y otro hembra,
que seguro que consigue
que la especie se mantenga.
Y para mamá me llevo
la luna del Serengeti,
el viento del Ngorongoro,
el sunrise del Masai Mara
y la magia de Zanzíbar
y la paz de la sabana.
Nos iremos Jorge y yo
cargaditos de regalos
y con mil kilos de amor
en la mochila guardados,
ya nunca lo olvidaremos:
Jambo, jambo, jambo bwana...
Y así termina el poema, con el comienzo de la canción africana que no pudimos parar de cantar y tararear hasta semanas después de haber vuelto.
En fin, esto ha sido un poquito para la puesta al día, en otro momento hablaremos de los días de después, del jugar a las casitas, de mi piso nuevo que tan felices estamos montando con toda la alegría del mundo, de mi viaje reciente a Lisboa y estas segundas vacaciones con las que liquido mis días y que terminan desgraciadamente hoy....
5 que dejaron huella:
Flipo con tu poema y con el deshuese erótico-festivo de las aceitunas...simplemente maravillosa toda tú, tu boda y lo que te rodea.
¡Qué alegría volver!
Enhorabuena por todo.
¡Qué alegría reencontrarte por aquí! Como ves, seguimos todos igual de guapos, jóvenes y altos. África marca. Ya nos irás contando tus cosicas. Enhorabuena a Jorge y a ti.
Es la primera vez en toda la historia de mi maravillosa y excepcional vida que me han entrado ganas de pisar Africa (Tulp)
Bienvenida a casa, almendrita.
P.D: pero bárrela de vez en cuando, que se te acumula el trabajo y las historias =)
Publicar un comentario