Después de muchos días de lluvia... Sol y nubes. La tierra y el cielo se dieron tregua pero sobre mi cabeza dos nubes enanas jugaban a burro, torito en alto, color-color y a que no me coges. Un pato vagabundo de estrellas cruzó su camino e intentando esquivarlo, las nubes enanas se dieron un cosco. De su golpe brotó una gota que viajó y viajó por el aire atravesando otras nubes y que, como bola de nieve, se fue haciendo más gorda en su descenso por el azul celeste. Pronto, empezó a ver suelo, valles, montañas, los prados verdes de primavera, la tierra blanca, Sierra Morena... campos, ciudades, pueblos, aldeas... y la gota recién nacida, sintió el precipicio seguro, irremediable e inmediato, como la puerta que se cierra violenta cuando hay corriente, y en mi cara, de un porrazo, impactó como si fuera llanto. Y yo, que bajaba del coche, que quería llorar y no me salía, aproveché y lloré y cuando llegó a mi boca, saqué la lengua y aquella gota me supo a sal.
lunes, 25 de abril de 2011
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4 que dejaron huella:
Preciosa historia.
Que bonito , amiga...
Un abrazo salado de mar atlántico
Que tierna historia....me ha encantado!!!!
lindísima historia.
cuando evitamos lo ornamental queda lo que verdaderamente vale de estar vivos.
este sitio tiene mucho de eso.
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