Era una mañana de martes como otra cualquiera. Tenía muchas cosas que hacer... pero no tenía ganas. Me levanté y una oscuridad impropia para la hora que era inundaba el piso de punta a punta. Todas las persianas estaban bajadas. Con los ojos todavía medio cerrados, despeinada y hecha un zombi, fui avanzando dando traspiés de un lado a otro del pasillo con los brazos estirados como si estuviera sonámbula. Buscaba las ventanas, pero no las encontraba. Buscaba las puertas, pero nada. Fue entonces cuando vi a lo lejos una luz, no sabía por dónde entraba, pues ni había puerta ni ventana. A medida que me iba acercando, cada vez me molestaba más el resplandor, hasta que, poco a poco, mis pupilas se fueron haciendo a él.
Al fin lo tenía delante. La luz provenía de una especie de rectángulo que brillaba flotando en el aire. No era muy grande, era como un ventanuco por el que no cabía más que mi cabeza. Sin embargo, sucedió algo muy extraño, pues empecé a asomarme lentamente... Me pasó primero la nariz, quizás luego las pestañas, frente, labios, barbilla y... de pronto algo tiró de mí, una fuerza de otro mundo, de un universo paralelo o algo así. Y sentí, por un lado, como cuando el flash de la cámara fotográfica más potente de la Tierra te da directo en los ojos y, por otro, como cuando vas en coche por carretera y el conductor coge un cambio de rasante más rápido de lo debido y se te pone el estómago en la boca... pues esas dos cosas a la vez, una sensación MUY RARA.
Y pasó la genial sacudida. Y al fin pude abrir los ojos. Y tanto que los abrí... se me pusieron como platos. Y también se me abrió la boca, porque no me lo podía creer, ¿cómo había llegado hasta allí? Y vosotros os preguntaréis, ¿pero qué viste, Almendra, qué era, QUÉ? Y yo os lo voy a contar.
Era una habitación. Podría ser un cuarto de cualquier casa de cualquier familia de cualquier lugar, pero tenía algo que... No, no, no. Más bien le faltaba algo... Ni puertas, ni ventanas! Empecé a agobiarme y revolví todo lo que había allí dentro, fui palpando las paredes una a una, pero nada. Hasta que me di la vuelta y pude ver cómo la misma luz flotante que yo había visto en mi casa, flotaba allí esperando a que yo quisiera asomar otra vez mi cabecita y devolverme así a mi dulce hogar.
Más tranquila ya, sabiendo que tenía ahí mi canal mágico de conexión directa con mi casa para cuando yo quisiera regresar, decidí echar una ojeada a mi alrededor. Y no os lo vais a creer. A simple vista podría parecer un cuarto casi normal, sí, tenía una cama, dos sillas, una mesa, pero el aire... algo te impedía una visión adecuada. Cerré un poco los ojos intentando entrever qué era aquella bruma extraña... los cerré un poco más... y entonces la Bruja Choni!!... la tarde aquella... no sé qué de la copla... los toros... el traje de hojas secas... Palabras! Frases! Letras! Eso eran! El aire estaba lleno de palabras mágicas, de historias, de canciones, sentimientos, música, ilusiones, aventuras, ocurrencias y un sinfín de cosas más vividas y por vivir, inventadas y por inventar. Las letras se zambullían en el mar de símbolos, de códigos y términos y se mezclaban unas con otras transformándose en palabras nuevas, en frases distintas... se chocaban, daban vueltas, carambolas, gateaban por las paredes...
Y así fue como yo llegué a un Cuarto Solitario virgen; poco después me puse manos a la obra y empecé a poner orden. Cada vez que entro, atrapo una palabra de aquí y otra de allá y, como buenamente puedo, voy amueblando con historias los rincones de este cuarto extraordinario. Lo mejor fue descubrir que, en vuestras casas, el mismo resplandor os daba acceso a este lugar, comprobando de una vez que no era este un claustro hermético e impenetrable, sino todo lo contrario... nuestra Sala de los Menesteres. Tú has elegido no ser un ladrillo en la pared. Escogiste ser una ventana más por la que entra un torrente de luz incalculable, sólo espero que no la cierres! Así que no te lo pienses, saca tu caña y pesca, saca tu red y caza, cógelas al vuelo y cuidado que se escapan, se resbalan, se escaquean, son traviesas, tienen alas! Son palabras!
5 que dejaron huella:
no te imaginas cuánto me alegro de tu pequeño cuarto, de tu sabiduría y de tu dulzura ...eres un pequeño gran ser,almendrita!!
Me encanta tu cuarto!!!!!!!!!!! Me gustas tú!! Y ya podéis visitar mi cuarto, aunque el mío es un melocotón. Es mi mundo, un melocotón gigante!!!! :) Y ahora soy la señorita Tulp jejeje
Bienvenida, señorita Tulp! qué alegría haya descubierto usted también la forma de llegar a este cuarto mágico, es todo un placer tenerla aquí! Voy corriendo a su melocotón! :D
Reciba un cálido abrazo.
Hola querida Añmendra:
((Aunque no te comente en le netrada anterior que sepas que si que la he leido y me parece un final un poco asqueroso, pero desde luego muy original...jajaja))
Esta muy bien el escrito, desde luego yo creo que sabes escribir muy bien... te expresas fenomenal, y enganchas al que lee... espero que sigas escribiendo estos bonitos textos...
PD: Me gusta muchos tu cuarto, el mio es parecido pero mas desordenado!! jajaja
Besicos a puñadicos wapa!!
Ámbar
Hola Ámbar! Me halaga eso de que mis palabras enchanchan, ojalá sea cierto... ahora tengo nuevos proyectos, así que no dejes de pasarte por aquí, que prometo nuevas aventuras y emociones! :D Un abrazo!
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