Foncho vivía en una cueva fría y oscura que encumbraba una montaña allá por las tierras de Sierra Morena. En invierno, la humedad se filtraba por las paredes y salían musgos y líquenes que luego duraban todo el año y le servían de verde decorado. Todas las casas tienen un olor especial, un olor diferente que toda la familia lleva impregnado en su piel y en su ropa... en la cueva de Foncho este aroma era el de la tierra.
La cueva no fue su cuna, ni fue el medio rural el que pisó por primera vez. Lo cierto es que Foncho vio la luz rodeado de seres humanos en una familia como otra cualquiera. Lo separaron muy pronto de su mamá y estuvo varios meses con una familia de acogida. Ésta, pronto se cansó de él y lo dejó abandonado en una cuneta, siendo el pobre Foncho aun... un cachorro.
Un cachorro, no más. Pasó la primera noche sin techo ni cobijo, muerto de frío y de miedo. Al día siguiente encontró aquella cueva y, desde entonces, Foncho, el guardián de la montaña, comenzó allí su vida de perro ermitaño y guardián.
2 que dejaron huella:
A veces cambiar esta genial...mejor de ermitaño que no matando alos vecinos no?
me encta la idea de que haya guardian de la montaña..
besitos
yo sé porqué se llama foncho!!
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